A pesar de ser tildados de narcisistas y desinteresados, sabemos qué le exigimos a los gobernantes y a la clase política. Estamos atentos porque entendemos que, conforme pasen los años, seremos los próximos administradores de la gestión pública.
Nuestra generación no es indiferente a la política. Sabemos que desde allí se pueden lograr grandes transformaciones. También sabemos de la importancia que tiene la estructura del Estado en nuestra cotidianeidad. Desde el transporte público, las veredas y luminarias, hasta los derechos y la economía; son factores que nos atraviesan constantemente en la vida diaria. No se nos escapa que la política influye en nuestra rutina y que es muy importante tenerla en cuenta.
Vale la aclaración del párrafo anterior, porque nos han tildado de narcisistas y egoístas. De desinteresados y flojos. Basta con buscar nuestra generación en la Wikipedia o en cualquier otro sitio, para que una catarata de adjetivaciones (que nos tratan con poco cariño) caiga sobre nosotros. Algo de todo eso hay y ya lo sabemos.
Y aunque hemos caído en la desconfianza más o menos generalizada que hay sobre la clase política y su ejercicio, tenemos bastante en claro lo que le exigimos a los gobernantes. En primer lugar, eficiencia en la gestión; que la cosa funcione con agilidad y calidad. Para ello será necesario trabajar con transparencia y honestidad;…
Fuente El Cronista | MARCOS GUTIÉRREZ